lunes, 4 de febrero de 2013

COCACOLÓGICO

Vaya, vaya. Pasa el tiempo. Pasan los días. Pasan las horas eternas, pero a la vez fugaces. Y vuelven a pasar, sumergiendo hasta el más mínimo ápice de esperanza, de simplemente y llanamente algo nuevo. Vaciado. Nuevo. ¿Para? Pasa el tiempo. Fin del trayecto. Nueva carrera. Nuevos objetivos, nuevo todo, nuevo yo. Pasa el tiempo. Pasan las personas, las experiencias,  los aprendizajes, los errores, las oportunidades...Pasa el tiempo, y aquí me ves. ¿Nuevo? ¿Desde el año pasado? Bueno, salida del armario, primer novio, primera ruptura,  primera blow job, primeras, segundas, terceras..esperanzas...Pasa el tiempo. Vacío. Rutina. ¿ Qué es lo que realmente quiero? Nada. ¿Para?...Pasa el tiempo y el problema de todo es que no tengo nada en mente, un objetivo, a parte de los estudios, dogma obviamente. Pasa el tiempo. La gente va y viene, sus ideas, sus pensamientos, sus ilusiones. Pasa el tiempo. Observamos. Vemos. Pensamos y una vez pensamos, todo ha cambiado. Ha pasado el tiempo y vemos que nada ha cambiado, pero si lo queremos ver, ha cambiado todo. Pasa el tiempo. Y ese niño marcado por su imaginación, sus ilusiones, esperanzas, dejan paso a un niño de 17+1, lleno de esperanzas, ilusiones, imaginaciones, cambiándolo todo y a la vez nada. Pasa el tiempo. ¿Ilógico? Sí, ¿El? Todo. Pasa el tiempo marcado por las arduas ganas de revivir, de experimentar, de que pase el tiempo acorde conmigo, y que éste no pase como algo observado, sino como algo vivido. Pasa el tiempo. La luz se apaga. Esa energía se desvanece, dejando paso a otra muy distinta que es prácticamente igual. Pasa el tiempo. Tiempo para pensar. Tiempo para recapacitar. Tiempo para imaginar. Tiempo para ver. Tiempo para cambiar. Tiempo que pasa. Tiempo que nos sumerge en ese mar de oscuridad, donde nuestras ilusiones son ese brillo que se deslumbra  que parpadea suplicando más tiempo. Pasa el tiempo y la hora va llegando. Pasa el tiempo...

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